PASAN LOS DIAS
Las
fiestas de fin de año habían pasado y me dediqué de lleno a realizar la
importante tarea que se me habían encomendado en la oficina. El ser
mujer me abría puertas en lo profesional que como hombre nunca se me
habían dado. Yo no estaba dispuesto a tener que desperdiciar cada
oportunidad que se me daba. De vez en cuando me interrumpía
alguna llamada de Jaime diciendo cuanto me extrañaba,. o algún mensaje
de Rafael recordándome la noche de lujuria y de infidelidad que habíamos
tenido ese año nuevo pasado.
Ese recuerdo aún seguía tan fresco en
mi memoria. Casi podía sentir aún el olor de nuestros sexos, que se
habían impregnado en mi nariz, en aquella sórdida habitación de motel.
Nuestros cuerpos se refregaban desnudos sobre aquel colchón, mudo
testigo de nuestro desenfreno candente derramando toda esa lujuria,
sobre todo aquella que se contenía reprimida en mi cuerpo de mujer. En
mi mente podía visualizar nuestros reflejos en los espejos de la
habitación como dábamos rienda suelta a nuestros deseos. El verme allí,
me hacía excitar aun más mientras sentía su verga clavarse en mi concha
haciéndome gritar de tanto gozar como toda una hembra que es feliz
cuando la hacen mujer.
Pero debía seguir trabajando, aunque el
calor del verano reflejado en las afueras de la calle me agobiaba un
poco, daba gracias el poder usar falda y aplacar el calor reinante de la
temporada y que en cierto modo se aplacaba con el aire acondicionado
instalado en aquella sucursal. De vez en cuando abría un poco las
piernas y sentía el aire refrescar mis muslos lo que me producía una
agradable sensación de bienestar y regocijo. Este regocijo acompañaba a
la excitación que me provocaba al ver que algunos empleados y clientes
miraban entusiasmados mis muslos y quizás algo mas. Todo esto por
algún movimiento demasiado provocativo y desmedido que podía haber hecho
distraído en el afán de hacer mi trabajo lo mejor posible.
Al Cabo
de tres días di por concluido el informe, que fue aprobado por mi jefe
quien me felicitó entusiasmado y satisfecho por haber confiado en mi
persona.
-Pasado mañana deberás exponerlo en la junta de la empresa
en el “Hotel Resort” , estará todo el directorio de nuestro banco y
además estarán también otros empresarios importantes del país. Me dijo
mientras ambos permanecíamos de pie en su despacho. El me miraba
fijamente casi con un aire paternal.
- ¿De veras? ¿Será así?- Dije un tanto nervioso.
-¿Te asusta todo esto?- Me pregunto con un tono risueño.
- Lo sabré afrontar- Le respondí
Y llegó el día de aquella junta me produje lo mejor posible en cuanto a
maquillaje y peinado se refiere. Mi jefe me dijo antes de partir medio
en broma, que quizás los asistentes no pondrían atención a mi
exposición distraídos por admirar mi belleza. Cuando llegamos al sitio
de la exposición sentí la mirada de los asistentes que murmuraban con
comentarios de mi persona. Podía escuchar a mi jefe que le explicaba a
un alto ejecutivo que yo era la persona que expondría.
-Alejandra, ven por favor- Me dijo mientras me hacía un ademán con la mano junto aquel hombre.
Este era un tipo de unos 45 años pelo negro tez blanca con unas
cuantas canas que comenzaban a aparecer en la cien con un físico que
parecía estar bien adiestrado en algún gimnasio. En resumen, si me ponía
en el lugar de la mujer que ahora era, lo encontraba bastante
atractivo.
Me saludo con un beso en la mejilla mientras sostenía mi
mano y pude verle de cerca, su amplia sonrisa y el brillo de unos
impactantes ojos verdes.
- Soy Lukas Polic, Gerente del Banco
Croata en el cual trabaja usted Señorita Alejandra- Me dijo mientras
sus ojos no se despegaban de los míos.
No podía creerlo. Estaba
enfrente de uno de los principales jerarcas de la empresa, y más aun, se
portaba de lo más afable conmigo. Mas sorprendido me sentí, cuando
fue el mismo quien comenzó a presentarme a los más importantes
asistentes a aquella reunión de trabajo.
Hice la exposición del
informe en el data de pie como debía ser y una vez concluído vinieron
las preguntas de rigor las que fui contestando de la mejor manera
posible. Esa mañana di lo mejor de mi. Eso se reflejo con las
felicitaciones de los asistentes los que se acercaban para saludarme.
Una vez que habían concluido las otras exposiciones.
Lukas Polic fue el primero en hacerlo en compañía de mi jefe seguidos de otros importantes ejecutivos.
- Le comentaba a tu jefe que tu has derribado un mito- Me dijo sonriente.
- ¿Por qué dice eso?- Le pregunté.
- Se ha dicho que belleza e inteligencia no van juntos, pero tu has
dejado en claro que eso puede ser posible. Definitivamente es el mejor
informe que he visto. Te felicito.
Me sentía plenamente feliz
recibiendo las felicitaciones de los asistentes mi jefe no cabía de
satisfacción. Luego vino el almuerzo en que me invitaron junto a mi jefe
a sentarme en donde estaban ubicados todos los de la Gerencia de
nuestro Banco.
No quise comer mucho y acepté tomar el vino que me
ofrecían para calmar la ansiedad que había tenido que soportar aquella
ajetreada mañana. Luego vinieron las preguntas más personales de parte
de los compañeros de mesa sobre donde había estudiado, si vivía con mis
padres, y lo que más le interesaba a todos era sobre mi estado civil.
-¿Pero supongo que se casará pronto?- Me dijo uno de los ejecutivos al enterase que era soltera.
- Si quieres triunfar profesionalmente en este negocio debes saber que
para una mujer el matrimonio puede ser un obstaculo.- Dijo el gerente.
-El matrimonio no está en mis planes- les dije. En efecto, en ese
momento me imaginé entrando de blanco a una iglesia. Jurando votos ante
Dios y pensé que no sería correcto hacer algo así, si después de todo
aun no sabía hasta cuando duraría este conjuro que había transformado a
mi cuerpo pasando de ser un hombre a esta linda mujercita y exitosa en
la cual me había convertida ahora.
A la salida me despedí
rápidamente de todos, mientras muy cerca de allí me esperaba Jaime que
había regresado a disfrutar de sus días de descanso después de estar en
aquellos campamentos mineros durante esos lagos días de turnos de
trabajo. Me subí a su vehículo para alejarnos de allí mientras le
comentaba feliz, de lo bien que me había ido en aquella reunión de
trabajo.
Nos detuvimos cerca de la playa y nos besamos. Comportarme
como su novia era algo que me costaba asumir. Pero la amistad que me
unía a Jaime desde mis días de hombre mezclado con mis sentimientos
femeninos me hacían sentir lástima de dañarlo. Pero que crestas pensaba,
si el daño ya se lo había hecho acostándome a sus espaldas con Rafael.
Caminamos un rato por la costanera sintiendo lo agradable de la brisa
del atardecer mientras el me sostenía feliz de la mano. De vez en cuando
se detenía frente a mi me besaba apasionadamente y yo le respondía
motivado por el cariño que sentía por él. Pero algo me decía que debía
terminar con esto o podría salírseme inevitablemente de la manos. Pero
al ver la dulzura reflejada en los ojos de mi mejor amigo de la infancia
y juventud hacía que cerrara los ojos y siguiera entregándome al amor
que me entregaba.
En la noche volvimos a salir y luego de ir a
cenar fuimos a un motel donde tuve que responderle como mujer al hacerme
el amor.
Esta vez fue un poco diferente a la vez anterior en que
habíamos estado en aquella cabaña del Valle de Elqui. Si bien ahora
también al igual que yo estábamos un poco bebidos tuvimos todo el
tiempo del mundo para tocarnos mutuamente para excitarnos como es
debido. El me sacó mis jeans tal como yo lo hacía con alguna mujer que
alguna vez tuve que desvestir- Por mi parte le saque tiernamente su
camisa mientras toda esa situación y ambiente me hacía entusiasmar y mi
femineidad brotaba a flor de piel. El licor bebido me hacía navegar por
la lujuria y candor sintiéndome cada vez más mujer. Sentí una vez más
su verga penetrando mis pliegues vaginales mientras lo recibía mareada
de placer escapándoseme gemidos sumidos en un deleite que ya comenzaba a
acostumbrarme y que quería que se fueran repitiendo a lo largo de esta
nueva vida de mujer.
El entusiasmado, me pedía que lo mirara a los
ojos cada vez que me embestía y un sollozo de goce se escapaba de mi
garganta. Le hice caso con una cuota de angustia aun no podía creer que
mi amigo de toda la vida me estuviera haciendo sentir tan hembra.
Un
grito de desahogo se escapo de su boca mientras me chupaba uno de mis
pechos y sentía como se vaciaba en mis entrañas. Decidí apurar los
movimientos buscando mi punto de placer tal como alguna vez alguna de
mis parejas cuando yo era un hombre lo hacía. Gracias a dios que lo
encontré y apuré mis movimientos como si fuera una masturbación.
Cerrando los ojos me concentré todo lo posible hasta sentir aquellos
placeres cada vez más intensos, hasta que yo también sentí como se me
venía un intenso orgasmo el mismo que con tanta facilidad me había
regalado Rafael en varias ocasiones.
Continuara
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