FRANCO REGRESA.
Habían pasado casi una semana del triste episodio de mi cuasi
violación por parte de ese odioso ejecutivo portugués. Era día
viernes cuando llegué a las oficinas del banco y me informaban que Franco me esperaba en su despacho. Había regresado de su inesperado viaje.
-Alejandra que bueno verte. ¿Cómo estás?
Franco me abrazó en forma efusiva mientras me daba un suave beso en la mejilla.
-Si, yo estoy bien. ¿Cómo estuvo tu viaje?
- Si bien. Como te dije las veces que te llamé por teléfono, era
importante mi viaje y por eso quería que conversaramos . No te dije
nada por celular porque quería hacerlo personalmente. Pero de ese
tema hablaremos después. Toma siento.
Sentí una alegría que
no podía describir ciertamente al verlo allí en su puesto de
trabajo con esa facha segura e imponente con ese semblante que poseía y
que ahora como la mujer que yo era, entendía lo que ese hombre
significaba para los gustos de las personas con mi ahora
mismo sexo. Era un tipo guapo, caballero, millonario exitoso y
para mi suerte, como decía mi secretaria, “yo le interesaba más
que por mis capacidades profesionales, si no más aun, como mujer”
Esta mujer bellísima en que ahora misteriosamente me había convertido
y que no me cansaba de mirarme en los espejos como si aun
dudara que esta metamorfosis de hombre a mujer fuera verdad. No
podía decir que yo era una víctima de estos sucesos, porque
estos cambios habían sido demasiado benevolentes para conmigo.
Era como si hubiese sido privilegiado con este misterioso cambio
de sexo que me había afectado, dando un vuelco tan positivo y
beneficioso para mí.
Franco se sentó sobre la mesa de su
escritorio mientras yo lo hacía en el sillón de visitas frente a
él. Crucé mis piernas como toda una señorita esa misma en la
que ahora me había convertido y en la que ya me había
acostumbrado a asumir.
- Quiero hablar sobre el incidente con el ejecutivo portugués.
- Ya te lo expliqué por telefono. No le demos más vueltas a ese desagradable asunto.
- Pero Alejandra Es algo que como la empresa seria que somos no podemos dejarlo pasar por alto.
- Yo quiero olvidarlo. De verdad Franco. El tipo ya me pidió disculpas.
- ¿Porque aceptaste la invitación de alguien que apenas conocías?
Franco tenía razón. No supe decirle que no al empresario ese
¿Pero como podría explicarle que a menudo cometía errores en mi
comportamiento desde que había amanecido hacía unos meses
convertido en mujer?
- Me equivoqué Franco lo siento. ¿Tú has hecho cosas de las cuales te has arrepentido?
- Alejandra, corriste peligro. Y yo me preocupo por ti. Me siento
responsable por lo que te suceda. Yo te traje aquí a la
capital.
- Disculpa, tendré mas cuidado la proxima vez.
- Te prohíbo que salgas con nadie..¿me entiendes?-
Dijo esto ultimo acercándose y tomándome ambas mejillas con sus
aunque delicadas, firmes y grandes manos; más enormes que las que
yo poseía cuando era hombre.
--¿Me haras caso Alejandra?
-si lo haré.-
Me agradaba la forma de protección que me brindaba con un
cierto grado de autoritarismo que en mi cuerpo de mujer me
producía una sensación de sumisión que misteriosamente no me
incomodaba si no muy por el contario se transformaba en una
adaptación inexplicable. Nos complementábamos misteriosamente el uno
con el otro de una manera casi perfecta.
Creí que me iba a
besar es más creo que anhelaba que lo hiciera deseaba sentir
su boca en la mía. Cuando el sonido del teléfono fijo de la
oficina nos interrumpió.
-Aló .si buenos dias …si va enseguida
hágalo pasar a la oficina de la señorita Alejandra.- Me miró a
la vez que colgaba y me dijo- A la noche platicaremos. Te
esperan en tu despacho.
Al salir de la oficina de Franco creí
sentir su mirada a mis espaldas de la misma forma que yo lo hacía
con las mujeres que me llamaban la atención cuando era un hombre.
Involuntariamente balancié mis caderas al caminar casi
provocativamente. Ahora me percataba de aquello. Era algo que había
aprendido hacer, casi sin querer y me deleitaba el saber hacerlo.
La día transcurrió de prisa como era costumbre desde que me
desempañaba en mi nuevo cargo como siempre agobiado por los
diferentes y delicados asuntos que debía resolver como gerenta de
negocios en dicho banco.
Al llegar al departamento bajaba al
gimnasio y hacía una leve rutina de ejercicios de no mas de una
hora. Estaba en ello cuando sentí nuevamente la voz de Franco que
llamaba.
-Supuse que estarías aquí.
-Siempre quise vivir en
un edificio con gimnasio propio. Y cumplí ese sueño- decía esto
mientras no dejaba de pedalear en la bicicleta estatica. Dejé de
hacerlo cuando el se acercó para besarme la mejilla.
-Estoy toda transpirada- Dije mientras me secaba el cuello con la toalla.
-Bueno si quieres sube a cambiarte para que salgamos.
-¿A dónde quieres ir?
-Dije que necesitaba hablar contigo. Por eso quiero que salgamos.
Recuerda que te lo mencioné hoy en la mañana. Es necesario que
conversemos.
Subí de prisa el me acompañó al departamento se
dedico a ver televisión mientras yo me duchaba. Mientras el agua
tibia recorría mi cuerpo quise imaginar que Franco entraba al
cuarto de baño a contemplar mi exquisita desnudes a probar de
mis labios de mi cuerpo que bien sabía yo que comenzaba a gritos
el desear tambien el beber de su virilidad de una forma
inentendible como un fuego abrazador en el que de ninguna manera
yo temía el correr el riesgo de quemarme. Pero en todo momento se
porto caballerosamente y esbozo una sonrisa al verme salir vestida
jovialmente de mi recamara.
-¿esta bien así?.
-si estas bien siempre estas bien.
-Me vestí mas juvenil y sencilla al verte a ti de jeans y camisa.
Decidí ponerme una minifalda de mezclilla y una blusa blanca casi
transparente con la cual se notaba por debajo mi brasier del mismo
color toda esta tenida que lucía aquella tarde de verano la
acompañaba con unas sencillas aunque costosas sandalias café
claras. Todo ese combinación de vestuario lo había copiado de una
revista de una prestigiosa marca femenina.
Al salir del
edificio, sentí la frescura del atardecer recorrer mis muslos
subiendo envolvente por mis piernas rumbo hacia mi nuevo sexo
cubierto por aquella coqueta prenda intima que había elegido para
la ocasión. Me sentía feliz en este cuerpo maravilloso de mujer.
Continuara
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