Elena
me saco los centímetros de consolador de mi ano yo cogí mi ropa
rápidamente y comencé a vestirme viendo como Elena ya había encontrado
otro agujero que tapar. Cuando tenía puesta la ropa interior ella me
cogió del brazo,
-cariño no te valla veras una cosa espectacular. Me dijo Elena.
Elena
desatándose el consolador de su cintura me cogió de la cintura las dos
vimos como litros y litros de un liquido rosita salían de su cuerpo.
Como litros de leche salían de sus pechos. Entre las dos vimos como su
hinchado cuerpo se volvía en el frágil que era antes. Érica se abrazo a
Elena entre besos, sus cuerpo estaba tan mojado y pringoso que cualquier
cosa le podría caber en su cuerpo.
Me puse el zapato y le di un largo beso a mis dos chicas:
-Chicas me tengo que ir. Les dije corriendo hacia la puerta.
-estamos bien tranquila, un polvete más cariño. Dijo Elena mirando a Érica totalmente entregada.
Intentaba
correr hacia la cafetería donde había quedado con Jessica, a un me
preguntaba cómo podría correr con estos grandes melones botándome sin
cesar. Aparte de eso tenía casi todos mis orificios tan húmedos. Por la
mente se me pasaba la figura de Jessica, su figura delgada, su piel tan
blanca, sus pequeñas gafas, su pelo rubio tan corto y rizado. No me
creía que se me lanzara para sobarme los pechos. Me pare delante de la
cafetería, respire profundamente y busque fuerzas para entrar ahí
dentro. Entre en el local mirando a la gente que estaba sentada hasta
verla allí en el fondo sentada en una mesa. Como siempre parecía que
estaba profundamente metida en sus pensamientos, la salude con una
sonrisa en la cara y me senté a su lado. Ella me contesto con una
sonrisa.
-Al fin has llegado, hace casi 20 minutos que estoy esperando. Jessica me ofreció unas palabras de sus finos labios.
Yo busque una escusa, pero como podría explicarle que había estado en una orgia en nuestra aula con nuestra profesora y Érica.
-estaba tan liada con los apuntes, eso de ser nueva en el colegio. Puf muy liada. Le solté toda una señora escusa.
Estuvimos
hablando de muchas cosas sin cesar, me fui inventando un pasado futuro y
presente más creíble. Pero me fije en una pequeña cosa, los ojos de
Jessica no miraban a los míos, parecía que me estaba mirando los pechos.
Me parecía normal que ella mirara algo que no tenía. Sus pechos eran
pequeños y los míos eran como sandias. Ella me miro a los ojos y estiro
la mano lentamente. Sabía lo que quería y me deje hacer. Sé que eso le
gustaba, le excitaba. Sus pequeñas manos se metieron por dentro de mi
blusa, sentí como las acariciaba y hasta pellizcaba mis pezones. Eso
hizo que me subieran los colores, me puse como una moto.
-son tan blanditas, tan grandes, me las comería enteras. Jessica dijo todo lo que sentía en esos momentos.
Ella saco sus manos de mi busto, acaricio sus pequeños pechos, respiro profundamente y me miro a los ojos.
-Te envidio tanto al tener un cuerpo tan bonito. Me dijo.
Cuando
ella se fue al servicio yo disguste de las últimas gotas del café que
me había pedido. Me di cuenta que en uno de mis bolsillo abultaba algo.
Metí la mano y una gran sorpresa me dio al ver que era la poción
rosita. Posiblemente me puse la ropa de Elena con la prisa que llevaba,
como las dos tenemos la misma talla. Miraba el pequeño frasco, veía como
el pequeño líquido se movía lentamente de una forma tan sinuosa.
Deseando salir de su prisión, transformar en lesbiana a otra chica o
transformar su cuerpo. Jessica se acerco a mí en silencio y cogió el
frasco. Ella comenzó a jugar conmigo yo quería cogerlo desesperadamente.
Solo quería jugar sin parar conmigo, ella reía pensando que podría
conquistarme. Se sentó en su silla y miro el frasco. Yo cogí sus manos
con cariño pensando que así podría devolverme lo que me ha quitado.
Ella me sonrió, cuando pensaba que me iba a devolver mi secreto abrió el
frasco y se bebió el contenido.
-Pero
qué coño as a echo, al saber lo que te puede hacer ese maldito mejunje.
Estaba furiosa con ella no tendría de a verlo echo.
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