miércoles, 30 de julio de 2014

METAMORFOSIS DE HOMBRES A MUJER CAPITULO 14

Noche de año nuevo.

Aquella noche de año nuevo tuve como de costumbre la típica reunión familiar a la cual estaba acostumbrado cuando estaba en en mi cuerpo original de hombre. Ese mismo con el cual había venido al mundo hacía 23 años. Ahora deambulando en esta bellísima anatomía femenina la perspectiva de mi vida había cambiado en más de 180 grados. Esta nueva vida que llevaba se ponía complicada pero a la vez mucho , pero mucho más entretenida. Ni siquiera la visita de mi hermana y mi cuñado junto a mi único sobrino a la casa de mis padres parecían complicar lo que comenzaba a vivir. Para todo mi entorno cercano, esto que me estaba pasando y que solo yo sabía, era de lo más natural. Para todos ellos; yo, Alejandro Albanez toda mi vida había sido; Alejandra Albanez, una mujer. Las problemas que provocaban el desequilibrio venían mas bien desde afuera del ámbito familiar y esto pude comprobarlo cuando pasada la media noche después de los tradicionales abrazos, posteriores brindis y buenos deseos en que se le daba la bienvenida al nuevo año, recibí la llamada de Rafael invitándome a salir.
Rafael insistía en que nos viéramos esa noche aprovechando la ausencia de Jaime que en esta nueva vida era mi novio, el cual, se encontraba trabajando en los tradicionales turnos de faenas mineras muy lejos de nuestra ciudad. Le insistí que esto no era correcto que lo que había pasado entre nosotros a escondidas de Jaime , no debería haber ocurrido nunca y menos podía volver a repetirse, pero el con esa altanería de siempre me decía cosas morbosas recordándome lo bien que la habíamos pasado unas noches atrás, mientras Jaime dormía su borrachera. En mi nueva faceta femenina, esto me producía una sensación de deseos de seguir experimentándolas. La curiosidad por seguir sintiéndome mujer en todo mi esplendor, me provocaba una excitación incontrolable; por lo que por una razón inexplicable, no podía negarme y esas debilidades propias de mi nueva persomalidad, Rafael parecía saberlas y aprovecharlas muy bien.
Con la llegada de algunos familiares esa noche logré escabullirme y salir con la excusa de que me habían invitado unas amigas, para reunirnos en una de sus casas en la cual compartiríamos un rato. Con cierto grado de nerviosismo salí a la calle vestido con aquel trajecito blanco y corto con el que había esperado el nuevo año y al sentir el aire que se colaba por debajo de este, refrescando mis muslos y mi sexo sentí esa sensación de desnudez a lo que en toda mi vida, mi cuerpo de hombre no estaba acostumbrado, pero que ahora me fascinaba. Al principio me oponía a vestir demasiado femenina Pero ahora que ya me había acostumbrado a deambular en este cuerpo de mujer, había decidido que me vestiría como tal y que no dudaría en usar todas esas prendas con las cuales cuando era hombre veía que a las mujeres las hacía lucir esa sensualidad que me hacían despertar los deseos. Esos mismos deseos que ahora yo disfrutaba al verlos despertar en otros hombres. De tan solo imaginar lo que yo les provocaba, sentía unos cosquilleos entre las piernas al ser todo eso nuevo para mí, lo disfrutaba como si fuera un juguete nuevo.
Tomé un taxi con el fin de que ningún vecino curioso me viera subir a la camioneta de Rafael que me esperaba ceca de allí. Cuando al fin nos reunimos el sonrió satisfecho, sabiendo lo poco y nada que le había costado convencerme, me tomo la barbilla e intentó besarme yo me le corrí hacia atrás.
-¿Qué te pasa? ¿no te gusto? – Me preguntó.
¿Qué podía haberle respondido en ese momento? Una verdad que era solo mía. Una verdad que nadie me creería. Decirle que era un hombre en el cuerpo de una mujer que desde hacía una semana atrás había despertado como tal y que a nadie le extrañaba todo esto que se estaba dando. Todos incluido el y mi supuesto novio, parecían creer que yo toda mi vida había sido una mujer. Hasta las fotografías familiares de mi hogar, de mi Facebook y las de todo los que de una u otra manera se relacionaban conmigo a lo largo de mi supuesta vida lo confirmaban. O sea que aquí, el único loco que no se convencía que era una “apetecible nenita” era yo. Podía mirarme en la penumbra del espejo retrovisor la poco visible figura de mi bello rostro femenino comprobando que cada mueca coqueta que le hacia era mi fiel reflejo plasmado en el y aun así no me convencía del todo. Aquellos pensamientos fueron interrumpidos al sentir la mano intrusa de Rafael que se deslizaba subiendo por mis muslos.. Junte las piernas de prisa atrapando sus dedos entre ellas. Entonces volvió a intentar besarme quise frenarme nuevamente pero una nueva sensación me hizo aceptar sus labios que ya se posaban refregándose con los míos. Cerré los ojos para no verlo y traté de concentrarme. “Ahora soy mujer” me repetí en mi subconsciente y sentía su lengua que buscaba toda efusiva la mía.”Dios mío, me están gustando su besos, ¿Qué es lo que me está sucediendo?” Durante toda mi vida de hombre fueron tan pocas las veces que logré seducir una mujer y a hora era tan fácil de ser “seducida “ como tal. Me sentía vulnerable a los encantos masculinos de este tipo que me envolvía en una magia de placer desmedida sintiendo sus manos que estrujaban mis pechos que se endurecían como pidiendo ser devorados por esa boca que no dejaba de besarme.
- Mi amor como me excitas. Es algo que no puedo controlar.- Me dijo-
Guardé silencio, solo se me salían unos incontenibles gemidos mientras mi respiración y la de él se aceleraban. Pensé que el pobre, debería tener una erección enorme y el solo imaginarme tal cosa, sentí como que unas gotitas emanaban de mi vagina empapando el “colales” amarillo elegido para usar como cábala para la buena suerte, según la tradición, aquella noche de fin de año.
Entonces él puso en marcha la camioneta y nos alejamos del lugar. En el trayecto me hizo saber que iríamos a un lugar más tranquilo De los puros nervios no quise preguntar a donde, pero poco a poco que fuimos avanzando por la ruta que habíamos tomado me di cuenta que nos dirigíamos hacia el sector de los moteles. Todo esto aumentó mi cuota de nervios, estaba viviendo lo que debía sentir una mujer cuando iba a un sitio sabiendo lo que le esperaba. Esa sensación me excitó aun más y volví a sentir como se me humedecía la concha como si una gotitas de “pis” emanaran de una manera inevitable de ella. De ves en cuando le observaba su rostro iluminado por las luces de los focos de la calle y la de las luces de los otros vehículos que encontrábamos de frente mientras avanzábamos rumbo a nuestro destino. Me volví a pregunta si era correcto enfilar mi vida en estas acciones aprovechándome de este cuerpo que algún conjuro mágico me había ocasionado cambiando el rumbo de mi vida. Pero la verdad era esta. Quería experimentar, quería sentir lo que sentiría una mujer de verdad y si la situación se había dado de esta manera, entonces la disfrutaría como tal e imaginé cuantos transexuales o travestis desearían estar en mi lugar y vivir esta fantasía por muchos soñada. Ya sabía que este cuerpo reaccionaba como hembra, lo había comprobado después de una semana de estar habitando en él. Poco a poco había aprendido a conocerlo . Sentía como que si el (mi cuerpo) me guiara y no yo a él. Caminaba, hablaba, hasta había menstruado como mujer. Definitivamente era una hembra completa.
-Mira, te traje al mismo lugar de siempre- Me dijo él, mientras entrábamos a una zona de cabañas.- A ti te gusta este motel.
¿Pero de que mierda hablaba? Nunca había estado en ese lugar. Pero al parecer si. Que difícil era poder entender todo aquello. Había una parte de esta vida que desde una semana hacia atrás, no venía en la memoria de este nuevo cuerpo, la cual era desconocida para mí. Me temblaban las piernas cuando descendí de la camioneta mientras Rafael me tomaba de la mano conduciéndome al sitio elegido. Traté de que entráramos lo más rápidamente a la habitación alquilada. Una vez allí respiré un poco más tranquilo, ya que los nervios seguían consumiéndome Cuando me ofreció el trago de cortesía, lo acepté en forma gustosa y me lo tomé de un suspiro mientras el pedía más licor por el citófono.
Me dirigí al baño y me hice un breve aseo vaginal después de orinar, una vez que salí el hizo lo propio. En ese momento golpearon una ventanilla en donde sin vernos los rostros una persona dejó una botella de pisco y un par de latas de coca cola las cuales preparé muy cargadas al alcohol mientras Rafael volvía del sanitario.
Volví a beber y una vez que prácticamente sequé el vaso sintiendo como el licor me hacía un rápido efecto. Rafael me imitó para luego abrazarme por la cintura atrayéndome hacia él. Podía ver mi bello cuerpo en los espejos esparcidos por las paredes observándome atrapada en sus enormes brazos. Fue una escena que me excitó. Esa preciosa muñequita en los brazos de aquel hombre reflejada allí era yo.
Me empujó hacia la cama mientras me besaba sintiendo su enorme peso sobre mí. Ahora ya no daría marcha atrás. Esa noche sería suya, volvería a ser su mujer y le disfrutaría a rabiar.
CONTINUARA

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