Te Amo Franco Polic.
Franco y yo nos estábamos besando. Este no era el mismo beso
apresurado que nos dimos hace unos días atrás, ahora era totalmente
diferente. Nuestras leguas se saludaban armoniosas en una sinfonía
cálida y ceremoniosa. Sentía en mi vientre un mar de mariposas
que agitaban sus alas expresando su alegría, en un va y ven de
lenguas ansiosas de caricias mutuas. Debía reconocer que era el
mejor beso de toda mi vida y esto incluía también a los que había
dado y recibido cuando aun habitaba el cuerpo del hombre que antes
fui. Ahora en este hermoso cuerpo de mujer, las sensaciones que
sentía producto de la estimulación labial de otro hombre,
revolucionaba las hormonas femeninas que ahora en mi habitaban de
una forma avasalladora e incontrolable.
Franco no me soltaba y
parecía no tener intenciones de detenerse disfrutaba tanto como yo
de aquel momento que mas que lujurioso derramaba todo el romanticismo
existente entre un hombre y una mujer que acaban de descubrir lo
mucho que se amaban. El saber que él era una mujer habitando el
cuerpo de un hombre y yo un hombre habitando el cuerpo de una mujer,
provocaba un relajamiento especial en ambos. El beso se facilitaba
con una soltura que poco a poco fue calentando aun mas el ambiente
que allí en aquel lugar comenzaba a desatarse.
Cuando al fin su
boca se separó de la mía. Me miró con esos ojos intensos que
derramaban ese amor puro que imaginaba que toda mujer sentía al
ser besada por ese príncipe azul que se narraba en los cuentos
de hadas y princesas. Franco sin duda parecía amarme; eso lo
decían sus pupilas que me derretían con la mirada encendida
explotando de deseos.
- Vamos amor relájate. Acepta que este
momento mágico puede perdurar por siempre. Puedo poner el mundo a tus
pies. Pero mas que eso pongo todo mi amor y respeto a tus pies.
Franco me decía todo eso con una sinceridad única y leal. Sus
palabras y su tierna mirada de hombre enamorado sin duda decían la
verdad. El, que sin duda era el tipo que cualquier mujer hubiese
soñado, estaba allí a mi disposición. Yo que ahora era una mujer
producto de sus propios hechizos mágicos, estaba también hechizada
del alma. Sin duda que me había enamorado de él y por eso sentía esa
rabia interna, por sentirme utilizada por ese ser que había al fin
logrado cautivarme completamente como mujer. Bueno aun faltaba otro
paso para comprobar si nuestro complemento era total. Ese paso estaba
casi en el umbral. Eso los supe bien cuando el volvió a besarme de
una forma más efusiva mientras sus manos comenzaba a recorrer mi
esplendoroso cuerpo de mujer.
- Franco, porque me haces esto.-
Creo que mi voz sonaba sensual e inocente Y no era algo que fingía
si no que mas bien nacía de mi interior.
- Por que te amo por que
me enamoré de ti. Me gustaste como hombre interiormente y te deseo
como mujer por esta maravillosa piel que habitas.
- ¿Estas seguro de esto?
- Totalmente. Se lo que hago. Como hombre gané una seguridad y una
convicción que jamás tuve y es lo que me a hecho sentirme realizado
como persona y necesito un complemento que me falta para alcanzar la
ansiada felicidad y esa eres tu.
Lo miré totalmente embobado mi
cuerpo de mujer ahora mandaba mas que nunca mi ser. Ya no sentía
temor, si era Franco quien ahora me protegía como el macho perfecto
que ahora era. Sentí que mi cuerpo se estremecía cuando no pude evitar
que de mis labios se le escaparan la frase lapidaria que transmitía
el mensaje que Franco estaba esperando.
-Te amo Franco y no lo puedo evitar.
De allí en adelante todo fue pasión y lujuria incontrolable para
ambos eso nos lo confesamos mucho después. Su boca se apoderó de la
mía sus manos me exploraron incontrolables buscando descubrir cada
rincón de mi. Parecía saber todo lo que una mujer desea de un hombre
en el preámbulo de una pasión y yo por mi parte le respondía con lo
que como hombre quería que me hiciesen cuando lo era tal.
-Oh
Franco que me haces- le decía cuanto senti sus manos explorar mi
rincón prohibido por entre la suave telita de mi ropa interior
inferior.
-Estas húmeda amor- Me dijo llevándose uno de sus
dedos untados de mi elixir vaginal a su boca y cerrando los ojos lo
saboreó.
Quien iba a pensar que Franco era una mujer
anteriormente si me avasallaba con una maestría única haciéndome
rendir inevitablemente a su seducción. Cuando logré tocar su verga
cerré los ojos y le imaginé su dimensión, para entonces ya sus
dedos recorrían mi mojado canalcito vaginal nuevamente haciéndome
escapar unos cuantos gemidos cada vez que agitaba sus dedos en
el interior de mi peluda cavidad.
-Mi amor ¿ esto no es un sueño
verdad?- Al escuchar esto me invadió una ternura que me excitó aun
más y desabrochándole hábilmente su cinturón liberé su fastuosa
verga para llevármela incontrolablemente a mi boca y comenzar a
degustarla como toda una experta meretriz.
-¨Para que veas que
es real. Lo que estamos haciendo es real. Estamos aquí tu y yo- Le
dije pausadamente a medida que dejaba por unos instantes de besarle
su miembro.
-Ale Ale si que me gustas. Me haces sentir hombre de verdad eres mi complemento.
Dicho esto me cargó en sus fuertes brazos transportándome a mi alcoba.
Al depositarme suavemente en la cama terminó de desnudarme por
completo. Lo último que me quitó fueron mis pequeños calzoncitos
blancos. Cuando terminó de resbalar por mis tobillos mi prendita
intima y el los tomó victorioso como un trofeo de guerra los pasó por
su mejilla lo que me hizo excitar más producto de todo lo que veía.
Abrí las piernas y su cabeza se hundió entre ellas en busca de mis
secretos para besarme mi fruto prohibido haciéndome retorcer de un
placer que ni como hombre ni como mujer jamás había experimentado, y
esto se lo hice saber entre los numerosos gemidos que inevitablemente
emanaban de mi boca.
Estuve a punto de tener un orgasmo cuando él
se detuvo para terminar de quitarse el pantalón y sus boxer.
Entonces le vi su enorme verga erecta. Si, era la mas grande que
había visto en vivo en toda mi vida aunque no se comparaba con las de
los actores de las péliculas pornos. Sin duda que esa magia de
metamorfosis de hombre a mujer y de mujer a hombre era a la
perfección.
Me besó con alevosía mis generosos pechos para
luego repetir lo mismo en cada rincón de mi cuerpo amándome en
toda su dimensión posible. Parecía que un concierto de lujuria
invadía la sórdida habitación. Si lo deseaba . Lo deseaba a rabiar,
tanto como el me deseaba a mi.
Se puso en posición de combate
y yo lo esperé ansioso. Cuando situó su gran falo en la entrada
vaginal sentí un leve dolor casi tontamente se me antojó creer que tal
vez no queparía en mi chuchita. Pero esta estaba demasiada lubricada
como esperando ansiosa ese puñal de carne del ser amado la
conquistara al final ocupando aquella cavidad ardiente. Cerré los
ojos y lancé un gemido al sentir que el intruso amado se deslizaba
airoso y victorioso por entre los labios vaginales produciéndome el
más dulce de los placeres. Me sentía en el paraíso cuando abrí los
ojos y vi su mirada tierna frente a la mía a la vez que comenzaba
a darme unas suaves envestidas que me hacían ver mil estrellas
fugaces una especie de rico dolor y placer que me invadía mis entrañas
haciéndome sentir la más dichosa mujer de la faz de la tierra.
Flecté mis piernas y las puse sobre sus anchos hombros y pude
sentir como entraba todo haciéndome retorcer de placer sin darme
cuenta estaba sollozando de placer y de felicidad. El apuro sus
movimientos y yo sentí que me venía inevitablemente y se lo dije a
su oido casi llorando.
-Franco voy a acabar. Voy acabar amor.
El apuro más sus embestidas y yo no pude aguantar más sentí como si una
llave se abriera de mi interior y comencé a temblar y a gritar sin
poder controlarme. Estaba teniendo el primer mejor orgasmo de mi
vida tanto como hombre como mujer.
El por su parte comenzó a
sacudirse sobre mi vaciando todo su amor en mi interior ese amor
acumulado como mujer frustrada que ahora como hombre tenia reservado
para mi. Éramos el uno para el otro en todo sentido ahora si ya lo
sabíamos y nos lo dijimos mutuamente cuando ambos llorábamos de placer
al momento culmine de aquel desenfrenado extasis de amor y lujuria.
Al calmarnos nos confesamos miles de cosas lindas el me abrazó me
dio tantos besos que no pude contarlos me acaricio me prometió cosas
bellas y me volvió amar durante toda aquella primera noche del resto
de nuestras vidas.
Continuara con el epilogo de esta historia.
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