viernes, 2 de enero de 2015

METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER CAPITULO 26

Te Amo Franco Polic.
Franco y yo nos estábamos besando. Este no era el mismo beso apresurado que nos dimos hace unos días atrás, ahora era totalmente diferente. Nuestras leguas se saludaban armoniosas en una sinfonía cálida y ceremoniosa. Sentía en mi vientre un mar de mariposas que agitaban sus alas expresando su alegría, en un va y ven de lenguas ansiosas de caricias mutuas. Debía reconocer que era el mejor beso de toda mi vida y esto incluía también a los que había dado y recibido cuando aun habitaba el cuerpo del hombre que antes fui. Ahora en este hermoso cuerpo de mujer, las sensaciones que sentía producto de la estimulación labial de otro hombre, revolucionaba las hormonas femeninas que ahora en mi habitaban de una forma avasalladora e incontrolable.
Franco no me soltaba y parecía no tener intenciones de detenerse disfrutaba tanto como yo de aquel momento que mas que lujurioso derramaba todo el romanticismo existente entre un hombre y una mujer que acaban de descubrir lo mucho que se amaban. El saber que él era una mujer habitando el cuerpo de un hombre y yo un hombre habitando el cuerpo de una mujer, provocaba un relajamiento especial en ambos. El beso se facilitaba con una soltura que poco a poco fue calentando aun mas el ambiente que allí en aquel lugar comenzaba a desatarse.
Cuando al fin su boca se separó de la mía. Me miró con esos ojos intensos que derramaban ese amor puro que imaginaba que toda mujer sentía al ser besada por ese príncipe azul que se narraba en los cuentos de hadas y princesas. Franco sin duda parecía amarme; eso lo decían sus pupilas que me derretían con la mirada encendida explotando de deseos.
- Vamos amor relájate. Acepta que este momento mágico puede perdurar por siempre. Puedo poner el mundo a tus pies. Pero mas que eso pongo todo mi amor y respeto a tus pies.
Franco me decía todo eso con una sinceridad única y leal. Sus palabras y su tierna mirada de hombre enamorado sin duda decían la verdad. El, que sin duda era el tipo que cualquier mujer hubiese soñado, estaba allí a mi disposición. Yo que ahora era una mujer producto de sus propios hechizos mágicos, estaba también hechizada del alma. Sin duda que me había enamorado de él y por eso sentía esa rabia interna, por sentirme utilizada por ese ser que había al fin logrado cautivarme completamente como mujer. Bueno aun faltaba otro paso para comprobar si nuestro complemento era total. Ese paso estaba casi en el umbral. Eso los supe bien cuando el volvió a besarme de una forma más efusiva mientras sus manos comenzaba a recorrer mi esplendoroso cuerpo de mujer.
- Franco, porque me haces esto.- Creo que mi voz sonaba sensual e inocente Y no era algo que fingía si no que mas bien nacía de mi interior.
- Por que te amo por que me enamoré de ti. Me gustaste como hombre interiormente y te deseo como mujer por esta maravillosa piel que habitas.
- ¿Estas seguro de esto?
- Totalmente. Se lo que hago. Como hombre gané una seguridad y una convicción que jamás tuve y es lo que me a hecho sentirme realizado como persona y necesito un complemento que me falta para alcanzar la ansiada felicidad y esa eres tu.
Lo miré totalmente embobado mi cuerpo de mujer ahora mandaba mas que nunca mi ser. Ya no sentía temor, si era Franco quien ahora me protegía como el macho perfecto que ahora era. Sentí que mi cuerpo se estremecía cuando no pude evitar que de mis labios se le escaparan la frase lapidaria que transmitía el mensaje que Franco estaba esperando.
-Te amo Franco y no lo puedo evitar.
De allí en adelante todo fue pasión y lujuria incontrolable para ambos eso nos lo confesamos mucho después. Su boca se apoderó de la mía sus manos me exploraron incontrolables buscando descubrir cada rincón de mi. Parecía saber todo lo que una mujer desea de un hombre en el preámbulo de una pasión y yo por mi parte le respondía con lo que como hombre quería que me hiciesen cuando lo era tal.
-Oh Franco que me haces- le decía cuanto senti sus manos explorar mi rincón prohibido por entre la suave telita de mi ropa interior inferior.
-Estas húmeda amor- Me dijo llevándose uno de sus dedos untados de mi elixir vaginal a su boca y cerrando los ojos lo saboreó.
Quien iba a pensar que Franco era una mujer anteriormente si me avasallaba con una maestría única haciéndome rendir inevitablemente a su seducción. Cuando logré tocar su verga cerré los ojos y le imaginé su dimensión, para entonces ya sus dedos recorrían mi mojado canalcito vaginal nuevamente haciéndome escapar unos cuantos gemidos cada vez que agitaba sus dedos en el interior de mi peluda cavidad.
-Mi amor ¿ esto no es un sueño verdad?- Al escuchar esto me invadió una ternura que me excitó aun más y desabrochándole hábilmente su cinturón liberé su fastuosa verga para llevármela incontrolablemente a mi boca y comenzar a degustarla como toda una experta meretriz.
-¨Para que veas que es real. Lo que estamos haciendo es real. Estamos aquí tu y yo- Le dije pausadamente a medida que dejaba por unos instantes de besarle su miembro.
-Ale Ale si que me gustas. Me haces sentir hombre de verdad eres mi complemento.
Dicho esto me cargó en sus fuertes brazos transportándome a mi alcoba.
Al depositarme suavemente en la cama terminó de desnudarme por completo. Lo último que me quitó fueron mis pequeños calzoncitos blancos. Cuando terminó de resbalar por mis tobillos mi prendita intima y el los tomó victorioso como un trofeo de guerra los pasó por su mejilla lo que me hizo excitar más producto de todo lo que veía.
Abrí las piernas y su cabeza se hundió entre ellas en busca de mis secretos para besarme mi fruto prohibido haciéndome retorcer de un placer que ni como hombre ni como mujer jamás había experimentado, y esto se lo hice saber entre los numerosos gemidos que inevitablemente emanaban de mi boca.
Estuve a punto de tener un orgasmo cuando él se detuvo para terminar de quitarse el pantalón y sus boxer. Entonces le vi su enorme verga erecta. Si, era la mas grande que había visto en vivo en toda mi vida aunque no se comparaba con las de los actores de las péliculas pornos. Sin duda que esa magia de metamorfosis de hombre a mujer y de mujer a hombre era a la perfección.
Me besó con alevosía mis generosos pechos para luego repetir lo mismo en cada rincón de mi cuerpo amándome en toda su dimensión posible. Parecía que un concierto de lujuria invadía la sórdida habitación. Si lo deseaba . Lo deseaba a rabiar, tanto como el me deseaba a mi.
Se puso en posición de combate y yo lo esperé ansioso. Cuando situó su gran falo en la entrada vaginal sentí un leve dolor casi tontamente se me antojó creer que tal vez no queparía en mi chuchita. Pero esta estaba demasiada lubricada como esperando ansiosa ese puñal de carne del ser amado la conquistara al final ocupando aquella cavidad ardiente. Cerré los ojos y lancé un gemido al sentir que el intruso amado se deslizaba airoso y victorioso por entre los labios vaginales produciéndome el más dulce de los placeres. Me sentía en el paraíso cuando abrí los ojos y vi su mirada tierna frente a la mía a la vez que comenzaba a darme unas suaves envestidas que me hacían ver mil estrellas fugaces una especie de rico dolor y placer que me invadía mis entrañas haciéndome sentir la más dichosa mujer de la faz de la tierra.
Flecté mis piernas y las puse sobre sus anchos hombros y pude sentir como entraba todo haciéndome retorcer de placer sin darme cuenta estaba sollozando de placer y de felicidad. El apuro sus movimientos y yo sentí que me venía inevitablemente y se lo dije a su oido casi llorando.
-Franco voy a acabar. Voy acabar amor.
El apuro más sus embestidas y yo no pude aguantar más sentí como si una llave se abriera de mi interior y comencé a temblar y a gritar sin poder controlarme. Estaba teniendo el primer mejor orgasmo de mi vida tanto como hombre como mujer.
El por su parte comenzó a sacudirse sobre mi vaciando todo su amor en mi interior ese amor acumulado como mujer frustrada que ahora como hombre tenia reservado para mi. Éramos el uno para el otro en todo sentido ahora si ya lo sabíamos y nos lo dijimos mutuamente cuando ambos llorábamos de placer al momento culmine de aquel desenfrenado extasis de amor y lujuria.
Al calmarnos nos confesamos miles de cosas lindas el me abrazó me dio tantos besos que no pude contarlos me acaricio me prometió cosas bellas y me volvió amar durante toda aquella primera noche del resto de nuestras vidas.
Continuara con el epilogo de esta historia.

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