martes, 30 de septiembre de 2014

METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER CAPITULO 23



Acosado en el taxi

Por la tarde cuando salí de mi oficina uno de los ejecutivos portugueses, me es peraba a la salida del banco
Con el típico acento español portugués me sugirió que lo acompañara.
Recordé que Franco me llamaría. Además noté algo extraño en la forma de actuar del ejecutivo, despertando en mí una cierta desconfianza hacia él. Por lo que me excusé de aceptar la invitación.
- Pero señorita Alejandra. No va a despreciarme. Sólo quiero compartir con usted y celebrar el contrato de nuestras empresas.
- ¿y el señor Dosantos?
- Creo que no se sentía muy bien y prefirió quedarse en el hotel. Pero nosotros podemos celebrar . Vamos señorita Alejandra acepte mi invitación.
- Quizás en otra ocasión, pero ahora no puedo. Espero un llamado importante de mis superiores.
- Pero si no le voy a quitar mucho tiempo. Solo quiero que me acompañé. ¿No va dejar a este extranjero en su país solo triste y abandonado?
- ¿Usted cree que sería correcto aceptar su invitación?
- Esto es común en nuestro trabajo señorita Alejandra. Una ejecutiva a la altura de usted debería saberlo.
El tiempo en la capital se me hacía aburrido. Franco no estaba y era solo con él con quien solía salir en mis pocos días que llevaba viviendo aquí.
- ¿Y adonde quiere que lo acompañe?
- A tomar un café y charlar un momento nada más. Quiero que me informe sobre que otros tipos de negocios se pueden hacer o invertir en este país. Usted debe saber bastante del tema. De hecho tengo entendido que su trabajo consistía en este tipo de asesorías.
- Si, usted esta en lo cierto desde que estoy en el negocio bancario mi trabajo es tratar con inversionistas de menor y mayor escalas.
- Ahh ve, por eso quiero platicar con usted.
- Está bien pero no tengo mas de hora y media.
- Trato hecho.
Al dirigirnos al taxi veía en él una mirada morbosa e insinuante. Me parecía un juego sensual el que otro hombre me devorara con la mirada sintiendo deseos hacia mí con esta figura y belleza que ahora poseía desde aquella enigmática metamorfosis de hombre a mujer. Sentía que el ejecutivo portugués me subía la falda con la mirada mientras caminaba tras de mí.
Fuimos a una cafetería bastante elegante. Joao el ejecutivo me contó de su negocio este era una de las tantas inversiones que tenía en gran parte de Sudamérica. Al parecer era un tipo millonario y bastante atractivo. Debería tener unos 45 años y pude ver en su mano derecha la marca de un anillo el cual seguramente se había quitado para la ocasión.
- Creí que íbamos a beber un café y no un aperitivo.- le dije cuando nos servían unos exóticos tragos propios de aquel bar.
- Alejandrita, vamos acompáñame esta tarde, por favor. Es solo para hablar de temas financieros. Y si es amenizado por un buen trago, mucho mejor.
Le hablé de las inversiones de moda en Chile y el me escuchaba con mucha atención. Me dijo que le gustaba mucho este país y que el crecimiento que había logrado en los últimos años era gracias a la fuerte inversión de capitales extranjeros y según mis conocimientos tenía toda la razón en sus comentarios.
- De tantos viajes debe extrañar su familia- le dije.
- Ya estoy acostumbrado-
- ¿Y su esposa?
Joao hizo una pausa mirádose el lugar del ausente anillo.
-Acabo de separarme no es un tema que me agrade tocar. Espero me entienda.
-Lo siento.
-Así es la vida. No tuve la suerte de conocerla a usted antes. Usted parece ser una mujer completa. Bella e inteligente.
Esos comentarios me molestaban. Sentí el impulso de abandonar el lugar inmediatamente, con una especie de asco que no lograba interpretar.
Este tipo iba directo al grano. El hecho de que yo había cometido errores al comienzo de mi extraña transformación cuando me dejé llevar por la curiosidad de conocer y disfrutar de mi sexualidad femenina y había terminado teniendo sexo como una mujer. Era una acción que quería evitar a toda costa. No debía comportarme estúpidamente priorizando el pensar con la vagina y no con la mente, tal como lo haría una mujer inteligente y de buenos principios. Así quería ser desde conocer a Franco.
Me tomó de mis manos por sobre la mesa y comenzó acariciarlas a tiempo que me hablaba en portugués. Reconozco que nuevamente mis hormonas comenzaron a traicionarme; no sabía bien si era por el tacto de sus dedos o por lo sensual que sonaba su voz con ese idioma extranjero con que a mi se dirigía . Pude volver a sentir ese cosquilleo en mi vientre y que viajaba mágicamente hasta entre mis piernas.
-Creo que debemos irnos.- Le dije mientras intentaba apartar mi mano de las suyas. “ Si voy a ser mujer seré decente” pensé.
-Pero como ya se va a retirar. Esto recién comienza- Hizo un ademán pidiendo otro trago que entre paréntesis era bastante fuerte porque a mi ya sentía que me hacía efecto en mis neuronas.
Se bebió el trago de un sorbo. Noté que estaba un poco molesto y ante mi negativa de seguir con la velada se puso de pie tomando su elegante chaqueta (saco).
-Yo la llevó a su casa.
-No es necesario puedo llamar a un taxi. Para que se va tomar esa molestia.
- Por el contrario es gratificante hacerlo. Créame Alejandra por favor ¿molestia? Para nada.
Acepté como una forma de dilatar la conversación y me subí al taxi en su compañía. Podía darme cuenta como me miraba de pies a cabeza y sobre todo a mis muslos que asomaban imponentes por mi falda arremangada e insinuante al ir sentada junto a él en los asientos traseros del automovil.
-Definitivamente eres muy linda Alejandra.- Dijo mientras sacaba una pequeña botella de whisky de su bolsillo y luego de darle unos sorbos dejándola mas abajo de la mitad me la ofreció.
-No, gracias.- le respondí pero él ya la tenía prácticamente metida en mi boca.
- Por favor Joao cálmese – le imploraba a tiempo que le hacía aun lado la botella
Me sentía ridículamente incomodo en esa situación, Joao trataba de besarme el cuello . mientras una mano hurgaba por debajo de mi falda. Yo desesperadamente luchaba contra eso locos impulsos del ejecutivo. No entendía como con unos tragos había perdido la cordura pasando de ser un educado hombre de negocios a un completo cavernícola deseoso de sexo.
El tipo se abalanzó sobre mí con una fuerza incontrolable Mi ahora menudo cuerpo le era imposible defenderse ante el ataque de esos 1,90 mtrs de hombre que loco de calentura trataba de abrirme la blusa tratando de liberar mis tetas que bien sabía yo podían volver hambrientos de deseos carnales a cualquier hombre y Joao parecía ser un ejemplo de aquello.
No podía ver la reacción del taxista debido a la incomoda posición en que me encontraba Ni siquiera me daba tiempo a pensar el por qué ni se inmutaba en ayudarme. Quizás pensaba que Joao y yo éramos amantes y que este tipo de “numeritos” lo hacíamos a menudo a bordo de algún taxi. De seguro esto hasta ya lo habría vivido en otra ocasión, y lo consideraba una rutina más en su trabajo cuando tenía a estos excéntricos tipos como clientes. Al típico extranjero millonario que pedía una fina dama de compañía en cada una de sus estadías en el país que visitaba. Pero yo no parecía una “puta”, bueno las damas de compañía de este tipo de servicios tampoco lo parecen. Eso lo sabía muy bien yo, cuando era hombre.
El Portugués intentaba a toda costa besarme yo me le escabullía a duras penas empujándolo evitando su roce; pero aún así sus intrépidas manos exploraban mis muslos logrando a ratos exitosamente alcanzar la intimidad alojada entre mis piernas que se protegían bajo mi diminuta tanguita y sobre las medias pantys que tanto me desagradaban el tener que usarlas pero que en ese momento agradecía el llevarlas puestas, ya que evitaban el contacto de la yema de sus dedos con mi ahora suave piel de mujer.
- Llegamos dijo el taxista- Deteniéndose a las puertas de hotel Hyat uno de los mas elegantes de la capital.
- No- Dijo el portugués molesto - Usted siga, de unas vueltas más, aún no ha terminado este viajecito.
- No, no deténgase por favor yo me bajo aquí- Dije nerviosamente.
- Dije que sigas. Yo soy quien paga este servicio.- dijo el portugués con un tono autoritario que me daba temor.
Más miedo me dio aun cuando sentí que el vehiculo aceleraba como alejándose del lugar.
.- Vamos, comportate como la “putita” que yo sueño que seas para mi. Ya ves que yo mando aquí.- Decía mientras su cuerpo sobre el mío me intimidaba ya para entonces sus manos subían mi falda. Dejando al descubierto mis caderas.
- Señor taxista . haga el favor de ayudarme. - Me atreví a pedir ayuda.
El taxista seguía conduciendo y para variar le subió el volumen muy fuerte al radio ahogando el sonido de mis protestas.
-Vamos mamita.. dejate llevar.
Mi blusa abierta dejaba imponerse mis pechos por la sexy telita de mi sostén (brasier) a los cuales el tipo intentaba a toda costa besar. Mis piernas abiertas intentaban rechazar el ataque que cada vez se hacía más intenso e imposible de contrarrestar. Me di cuenta que Joao ya se había bajado los pantalones y pude sentir en algún movimiento de mis manos su pene endurecido que buscaba saciar sus oscuros instintos animalescos. De un tirón rasgó mis pantys y mis pequeñas braguitas quedaron a su disposición.
Sentí su dedos explorando mi sexo de mujer por el lado de la sexy telita de mi ropa interior.
Grité fuerte pidiendo auxilio con todas mis fuerzas cuando sentí su pene ubicarse a la entrada de mi canal intimo.
Joao salio disparado hacia un lado ante una improvisada frenada del conductor del automovil.
Traté de incorporarme a duras penas tratando de arreglarme la ropa. La puerta del carro se abrió.
- Está usted bien señorita. Disculpe yo….no sabía que usted… - Era el chofer del taxi que se disculpaba muy asustado.
Yo estaba tan desconcertado como el conductor que no sabía que decir creo que la angustia disminuía la vergüenza de estar allí en ese lugar y en esa situación.
- Llamó el señor Dosantos. Preguntando por el señor Joao y entonces me di cuenta de mi error. Perdone usted. Si Don franco se entera de esto … ohh no quiero ni imaginármelo.
- Franco lo entenderá no se preocupe usted .. por lo menos me salvó del bochorno y eso esta bien.
Joao se incorporó dirijiéndose a nosotros en forma amenazante.
-Aquí yo doy las órdenes. Decía el portugués casi apenas sosteniéndose en pie. Y acercándose a mí.
Retrocedí unos pasos hacia atrás y el tipo se fue de bruces al suelo.
En ese momento llegó el otro ejecutivo al lugar logrando calmarlo.
-Disculpe señorita Alejandra. Joao se pierde cuando bebe. De verdad siento mucho lo sucedido. ¿esá usted bien?
-Sí, estoy bien. Creo que también fue mi culpa nunca debí aceptar la invitación.- Lo decía muy acongojado frente a aquella bochornosa escena de la cual era yo protagonista.
- ¿Quiere que la llevemos a su departamento?
- Por ahora prefiero estar lejos de ustedes. Pero no se preocupe usted.
- Pero también me preocupa lo que dirá el señor Polic. Por lo sucedido.- Decía Dosantos - El es una persona muy rescto y delicado en asuntos como estos.
- Eso lo veremos después.
Levanté mi mano para detener un taxi que se aproximaba. – Eso lo discutiremos mañana. Cuando el señor Joao este en buenas condiciones.
Una vez en mi habitación ya bañado vine a reaccionar por lo que había pasado. Estuve a punto de ser violado o violada me dije y rompí en llanto como una verdadera mujercita. Aun no me calmaba del todo cuando sonó mi teléfono movil. Era Franco que me llamaba.

CONTINUARA

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