martes, 11 de noviembre de 2014

METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER CAPITULO 24

FRANCO REGRESA.

Habían pasado casi una semana del triste episodio de mi cuasi violación por parte de ese odioso ejecutivo portugués. Era día viernes cuando llegué a las oficinas del banco y me informaban que Franco me esperaba en su despacho. Había regresado de su inesperado viaje.
-Alejandra que bueno verte. ¿Cómo estás?
Franco me abrazó en forma efusiva mientras me daba un suave beso en la mejilla.
-Si, yo estoy bien. ¿Cómo estuvo tu viaje?
- Si bien. Como te dije las veces que te llamé por teléfono, era importante mi viaje y por eso quería que conversaramos . No te dije nada por celular porque quería hacerlo personalmente. Pero de ese tema hablaremos después. Toma siento.
Sentí una alegría que no podía describir ciertamente al verlo allí en su puesto de trabajo con esa facha segura e imponente con ese semblante que poseía y que ahora como la mujer que yo era, entendía lo que ese hombre significaba para los gustos de las personas con mi ahora mismo sexo. Era un tipo guapo, caballero, millonario exitoso y para mi suerte, como decía mi secretaria, “yo le interesaba más que por mis capacidades profesionales, si no más aun, como mujer” Esta mujer bellísima en que ahora misteriosamente me había convertido y que no me cansaba de mirarme en los espejos como si aun dudara que esta metamorfosis de hombre a mujer fuera verdad. No podía decir que yo era una víctima de estos sucesos, porque estos cambios habían sido demasiado benevolentes para conmigo. Era como si hubiese sido privilegiado con este misterioso cambio de sexo que me había afectado, dando un vuelco tan positivo y beneficioso para mí.
Franco se sentó sobre la mesa de su escritorio mientras yo lo hacía en el sillón de visitas frente a él. Crucé mis piernas como toda una señorita esa misma en la que ahora me había convertido y en la que ya me había acostumbrado a asumir.
- Quiero hablar sobre el incidente con el ejecutivo portugués.
- Ya te lo expliqué por telefono. No le demos más vueltas a ese desagradable asunto.
- Pero Alejandra Es algo que como la empresa seria que somos no podemos dejarlo pasar por alto.
- Yo quiero olvidarlo. De verdad Franco. El tipo ya me pidió disculpas.
- ¿Porque aceptaste la invitación de alguien que apenas conocías?
Franco tenía razón. No supe decirle que no al empresario ese ¿Pero como podría explicarle que a menudo cometía errores en mi comportamiento desde que había amanecido hacía unos meses convertido en mujer?
- Me equivoqué Franco lo siento. ¿Tú has hecho cosas de las cuales te has arrepentido?
- Alejandra, corriste peligro. Y yo me preocupo por ti. Me siento responsable por lo que te suceda. Yo te traje aquí a la capital.
- Disculpa, tendré mas cuidado la proxima vez.
- Te prohíbo que salgas con nadie..¿me entiendes?-
Dijo esto ultimo acercándose y tomándome ambas mejillas con sus aunque delicadas, firmes y grandes manos; más enormes que las que yo poseía cuando era hombre.
--¿Me haras caso Alejandra?
-si lo haré.-
Me agradaba la forma de protección que me brindaba con un cierto grado de autoritarismo que en mi cuerpo de mujer me producía una sensación de sumisión que misteriosamente no me incomodaba si no muy por el contario se transformaba en una adaptación inexplicable. Nos complementábamos misteriosamente el uno con el otro de una manera casi perfecta.
Creí que me iba a besar es más creo que anhelaba que lo hiciera deseaba sentir su boca en la mía. Cuando el sonido del teléfono fijo de la oficina nos interrumpió.
-Aló .si buenos dias …si va enseguida hágalo pasar a la oficina de la señorita Alejandra.- Me miró a la vez que colgaba y me dijo- A la noche platicaremos. Te esperan en tu despacho.
Al salir de la oficina de Franco creí sentir su mirada a mis espaldas de la misma forma que yo lo hacía con las mujeres que me llamaban la atención cuando era un hombre.
Involuntariamente balancié mis caderas al caminar casi provocativamente. Ahora me percataba de aquello. Era algo que había aprendido hacer, casi sin querer y me deleitaba el saber hacerlo.
La día transcurrió de prisa como era costumbre desde que me desempañaba en mi nuevo cargo como siempre agobiado por los diferentes y delicados asuntos que debía resolver como gerenta de negocios en dicho banco.
Al llegar al departamento bajaba al gimnasio y hacía una leve rutina de ejercicios de no mas de una hora. Estaba en ello cuando sentí nuevamente la voz de Franco que llamaba.
-Supuse que estarías aquí.
-Siempre quise vivir en un edificio con gimnasio propio. Y cumplí ese sueño- decía esto mientras no dejaba de pedalear en la bicicleta estatica. Dejé de hacerlo cuando el se acercó para besarme la mejilla.
-Estoy toda transpirada- Dije mientras me secaba el cuello con la toalla.
-Bueno si quieres sube a cambiarte para que salgamos.
-¿A dónde quieres ir?
-Dije que necesitaba hablar contigo. Por eso quiero que salgamos. Recuerda que te lo mencioné hoy en la mañana. Es necesario que conversemos.
Subí de prisa el me acompañó al departamento se dedico a ver televisión mientras yo me duchaba. Mientras el agua tibia recorría mi cuerpo quise imaginar que Franco entraba al cuarto de baño a contemplar mi exquisita desnudes a probar de mis labios de mi cuerpo que bien sabía yo que comenzaba a gritos el desear tambien el beber de su virilidad de una forma inentendible como un fuego abrazador en el que de ninguna manera yo temía el correr el riesgo de quemarme. Pero en todo momento se porto caballerosamente y esbozo una sonrisa al verme salir vestida jovialmente de mi recamara.
-¿esta bien así?.
-si estas bien siempre estas bien.
-Me vestí mas juvenil y sencilla al verte a ti de jeans y camisa.
Decidí ponerme una minifalda de mezclilla y una blusa blanca casi transparente con la cual se notaba por debajo mi brasier del mismo color toda esta tenida que lucía aquella tarde de verano la acompañaba con unas sencillas aunque costosas sandalias café claras. Todo ese combinación de vestuario lo había copiado de una revista de una prestigiosa marca femenina.
Al salir del edificio, sentí la frescura del atardecer recorrer mis muslos subiendo envolvente por mis piernas rumbo hacia mi nuevo sexo cubierto por aquella coqueta prenda intima que había elegido para la ocasión. Me sentía feliz en este cuerpo maravilloso de mujer.
Continuara

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